dimecres, 28 de desembre del 2016

Aprender a Ser

Existe un cuento que relata la historia de una niña que ha perdido a su mascota. La niña llora desconsolada por la muerte de su pequeña tortuga. El padre le dice que no llore más, que él le comprará otra.
La niña le responde que es a su mascota a la que echa en falta y que ninguna otra ocupará su lugar.
El padre no puede soportar verla llorar y le ofrece alternativas: te llevaré de viaje, te comparé regalos pero la niña llora y llora. Al final, el padre muestra tal desesperación que la niña interrumpe su llanto y manifiesta una inefable alegría.

En ese momento aprende que, si quiere agradar a su padre, cuando tenga deseos de llorar debe sustituir su emoción por otra que resulte más aceptable a su progenitor.



Desde muy pequeños observamos, sentimos, percibimos el entorno.
Hasta una cierta edad percibimos lo que nos rodea a través de los ojos de nuestra madre, ya que estamos conectados a ella desde antes de llegar al vientre materno. Los óvulos de la mujer se forman durante el  desarrollo del feto. Esos óvulos madurarán y crecerán a medida que crece y madura la niña hasta la mujer en edad fértil. Algunos de los óvulos formarán parte de la menstruación, pero otros quizá serán fecundados y formarán un nuevo ser. Como células de nuestra madre sentimos y adquirimos información hasta que llegamos al vientre materno.
Vemos entonces que hasta cierta edad “somos” a través de los ojos de nuestra madre


Más tarde observaremos filtrando con nuestra percepción del mundo y esta nos vendrá dada por nuestras experiencias, aprendizajes, entorno y cultura. Nunca será neutra.
Somos animales sociales, vivimos en grupos, manadas. Y al margen de las necesidades de alimento y cobijo, indispensables para nuestra supervivencia, necesitamos sentirnos aceptados e integrados. Necesidades que, a menudo, confundimos con el amor. Con sentirnos queridos.
Al finalizar la lectura del relato anterior muchos habréis pensado que el papá va a querer a su hija al margen del llanto o la alegría. Lo único que quiere es saber que su hija ha dejado de sufrir por la pérdida de su mascota, ya que el sufrimiento de su hija le parte el corazón.
Ya veis que cada uno tiene una manera de percibir el mundo. El padre desde su perspectiva y la niña des de la suya. Pero que nadie crea que la nena actúa de esa manera por el hecho de ser una niña; lo hace por aprendizaje y para ser aceptada y querida. Esto sucede en todas las edades, de manera inconsciente y el conflicto reside en el momento en el que forma parte de nuestra vida.
Vivimos un momento en el que la necesidad de aprobación forman parte de nuestras vidas. Estamos rodeados de redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram…y likes, sobretodo likes. Resultado de imagen de me gusta


Si bien es cierto que a todos nos gusta que nos adulen y nos aplaudan, que nos admiren y nos reconozcan. El problema aparece cuando por una diferencia de opinión o desaprobación nos sentimos despreciados, no queridos. Cuando la aprobación se convierte en una necesidad. Es entonces cuando empezamos a depender de algo que no podemos controlar:  la aprobación del otro.





Esforzarnos en tener la aprobación de los demás nos impide avanzar en nuestro desarrollo personal. En ese momento estamos cediendo pequeñas partes de nuestra personalidad, de nuestra esencia, a la opinión que tenga el otro sobre nosotros ya que en ocasiones dejaremos de ser auténticos por ser lo que los demás esperan de nosotros. Sacrificaremos nuestro verdadero yo. Construiremos una personalidad que no se ajusta a nosotros como un traje hecho a medida para los demás y eso puede generar emociones como el miedo y la ira e incluso experiencias como la ansiedad.





¿Cómo podemos darnos cuenta?
Aprender a observarnos con objetividad no es tarea sencilla, pero es un ejercicio que será enriquecedor y gratificante.
Quizá te hayas vivido alguna de estas situaciones:
  • Te cuesta decir No a los demás, aunque no estés de acuerdo y ello te conduzca a hacer cosas que no querías.
  • En alguna conversación has cambiado tu punto de vista, o lo has suavizado, porque alguien parece desaprobarnos, únicamente con el fin de gustar. Cambiar de idea denota flexibilidad e inteligencia, pero sólo cuando los argumentos del otro nos han convencido.
  • Puede que te sientas angustiado si no aprueban los que haces.
  • Expresar que estás de acuerdo cuando realmente no es así.
  • Te cuesta quejarte cuando no has recibido un buen trato.
  • Pedir perdón o disculpas de manera desmesurada
  • Te preocupas excesivamente por tener buena imagen.
  • Llamas la atención de los demás siendo inconformista, excéntrico…
  • Etc.
Detectar alguna de estas situaciones es un buen punto de partida.


Recuerda que:
  • Cada persona es única e irrepetible y que nunca se puede agradar a todo el mundo. Siempre habrá alguien en desacuerdo, pero esa será su opinión y se fundamentará en sus experiencias y su contexto, su manera de ver la vida.
  • Tú eres tan importante como los demás por lo tanto tus opiniones son igual de importantes que las de cualquiera.
  • Que no estén de acuerdo con tu opinión o idea no significa que te rechacen como persona, simplemente tienen otra manera de pensar.
  • En el momento en el que expones tu opinión debes saber que tendrás seguidores y detractores.
  • Ser consciente de que tú también tienes una idea u opinión diferente a la de otro te hará comprender que pueda suceder a la inversa. Esto te ayudará a crecer y agradecer las diferentes opiniones de los que te rodean, quizá te des cuenta de algún punto que se te haya pasado por alto.
  • Las críticas siempre son constructivas, nos ayudan a percibir el mundo des de otra perspectiva, nos ayudan a crecer.


Seguiremos buscando el sentido, creando nuestra vida. Hasta pronto.

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